jueves, 21 de febrero de 2013

de LA CASA DE LAS PALABRAS




de La casa de las palabras

M. Scheuba:

Nada es real para nosotros, humanos, si no logramos nombrarlo. Nada conocemos verdaderamente del mundo o de nosotros mismos, mientras no lo escribimos. El mundo no es de palabras, pero sin palabras no habría mundo, sólo dispersión y caos. Lo sin palabras es Dios, que las excede a todas, o es lo inhumano y lo informe más acá de ellas, en la intemperie de la noche exterior donde su privación nos arrojaría, perdidos para nosotros y para los otros.

Dijo un filósofo que la palabra es la casa del ser. Al menos para mí, que aún soy, es mi casa y es la casa donde otros entrarán para leer la huella de mi vida. La casa donde habitaré también cuando esté muerta.

María Rosa Lojo

Miroslav:

Enormes gracias anticipadas tengo que darte, y ya me estoy relamiendo ante la idea de recibir tu libro electrónico. Lástima que me quedes tan lejos y no pueda ir a disfrutar también de tu cocina, con tanto que me gusta comer, (casi tanto como leer, y para mí hasta el plato más humilde es un acto de celebración y un gusto). Para la próxima vida espero que no me quedes tan lejos...

Lilian Levy



ABC: APERITIVOS, BRINDIS Y CANAPÉS


Agua. Trabajo del tiempo y juego del espacio.
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Boca. Entrada de los sabores; salida de las palabras.
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Cocinar. La otra forma de hacer el amor.
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Champagne. Remedio para la inteligencia.

Dios. Manjar para probar, compartir y digerir a lo corto de nuestra vida y a lo largo de nuestra muerte.
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Empanada. Diseño rápido del Universo.

Fuego. Revelado misterio primitivo que nos permite calentar el café para pensar en otros misterios más complicados como la primitiva eternidad.

Ganso. Palmípedo estúpido y agresivo revalorizado por Auguste Escoffier, Konrad Lorenz y Jacques Lacan. (Ver página 29)

Huevo. Enigma aún no resuelto por ninguna pluma.

Incas. Pueblo originario socialista y vengativo masacrado por los aborígenes españoles, quienes siglos después fueron masacrados por los indígenas de Lehman Brothers.

Jalea Real. Alimento naturista elaborado por extrañas abejas obreras con anacrónicas pretensiones monárquicas.
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K. Letra de peso para asustar en almacenes y farmacias.
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Legumbres. Estrellas enanas que la abuela dejaba remojando la noche anterior y que al otro día cocinaba para que nosotros pudiéramos crecer.
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Mazapán. Delicada artesanía preparada con pasta de almendras y azúcar impalpable para saborear con los ojos.
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Nada. Delicado concepto que era utilizado en importantes discusiones filosóficas. Hoy: vieja, nada ‘ta todo bien.

Ñ. Veloz avestruz cultural argentina. Conocida también como ñandú, aparece los sábados, día que uno la puede cazar tranquilamente con la mano.
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Onomástico. Celebración elástica que antiguamente se pagaba con papel moneda y no como ahora, con plástico y en cuotas.
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Postre. Flamante figura diabólica de la religión gastronómica.
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Queso. Milenario producto galo que mejor representa a los franceses en su esencia.
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Rúcula. Estrella televisiva de las ensaladas que esconde un pasado miserable.

Siesta. Lujo que se da un cuerpo humano cuando puede hacerse invisible un rato por la tarde.

Tamales. Plato regional que guarda secretos inconfesables que son advertidos claramente en su nombre franco y sincero.

Uvas. Siempre jóvenes y frescas en las viñas del Paraíso, aún recuerdan y sonríen: ella sólo vino a buscar hojas para cubrirse, él cortó dos hermosos racimos, se cubrió con uno y se fue comiendo el otro.

Vino. Milagro divino tomado hasta por los ateos.

Whisky. Quienes fabrican en Avellaneda o en Asunción esta noble bebida escocesa, deberían saber que el whisky es el perfume más usado por ciertos poetas de las provincias del Norte, y también, por muchas escritoras y escritoras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

X. Rayos que siempre llegan tarde para detectar los venenos.

Yerba. Estimulante permitido por las leyes de la naturaleza.

Zanahoria. No sólo conejas y conejos se inclinan ante este juguete sino también quienes en la noche más oscura practican el arte culinario.






COMO EN UN ÁRBOL EN LA NOCHE
 
Algo parecido a una primera palabra
sólo pudo haber salido de la boca del viento.
Luego, de las manos de la arena avanzó el lagarto
lector que bajo el sol las guardó hasta que tuvo alas.
Casi todas las palabras fueron aves y volaron.
En el primer jardín, ella le dijo a él la primera palabra.
En otras primaveras, se fueron haciendo aire y agua;
así también, humo y lluvia se harán las últimas palabras.
Mientras en el canto, nacen, vive, fallecen y se reencarnan
maravillosas, duras, altas, frías, bellas, perfumadas,
arco iris, acero, mariposa, crimen, vino, ruiseñor,
azafrán, trigo, sal, cúrcuma, girasol, manzana y menta.
En un mundo y en un tiempo, son el sabor y a veces, el olvido.
Al final en ellas el vértigo de una nueva música las disuelve,
la que sólo puede venir del más oscuro silencio
como en un árbol en la noche.




9  CAJAS
 
Primera caja: un adoquín
de alguna Julieta calle de Verona
o de algún Romeo callejón de Buenos Aires.
¿Qué hace la piedra en un adoquín?
Hace milenios.
Segunda caja: una herradura
de un Rocinante que estuvo clavada detrás de una puerta
o en la pata de un alazán que cruzó Los Andes.
¿Qué hace el metal en una herradura?
Hace siglos.
Tercera caja: una carta
de un suicida dirigida al señor juez
o de un Abelardo para una Eloisa.
¿Qué hace la letra en una carta?
Hace años.
Cuarta caja: un anillo
perdido por un errante joyero de Ámsterdam
o por algún galán de Barracas con novia en La Boca
¿Qué hace una joya como anillo al dedo?
Hace meses.

Quinta caja: unos fósforos
que buscaron olvido en las manos de Nerón
o soledad en los recuerdos de Robinson Crusoe.
¿Qué luz hace aquí un pequeño fuego cotidiano?
Hace días.
Sexta caja: una quena
tocada por un Yupanqui en el exilio
o escondida por un Atahualpa en una celda.
¿Qué hace una quena con el aire de una música?
Hace horas.
.
Séptima caja: un ojo de vidrio
abandonado por un pirata inglés en un minuto
o por un tuerto sincero que ya no canta.
¿Qué hace aquí una mirada de reojo?
Hace segundos..
Octava caja: un pañuelo blanco
de un soldado muerto en el Paraguay
o de un obrero enfermo en el Chaco.
¿Qué hace un pañuelo con su llanto?
Hace décimas.
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Novena caja: una caja más pequeña
que a su vez contiene otra mucho más pequeña,
que a su vez contiene otra y otra y otra...
¿Qué hace el infinito guardado en infinitas cajas?
Trabajos como éste.

A Julio Salgado


CALCIO  Y  CARBÓN


Leche,
azúcar,
crema,
queso de cabra,
hielo,
sal.
No, no es una receta.
Harina,
arroz,
algodón,
talco,
aspirinas,
pasta dental.
No, no es una lista de compras.
Nieve,
espuma,
nube,
luna,
perlas,
ángeles.
Son sólo blancas ideas
para que pasen delante de tus ojos negros
y no me olvides en esta noche inmensa
donde la noche es puro carbón
y el carbón está lleno de estrellas.

*
Miroslav, el alquimista, del verso y del buen bocado.
Ni Marta –Martona Casares, ni su marido Bioy,
ni su hijo Adolfito, ni Georgie (que tenía los dones)
hubieran podido componer versos más frescos y sabrosos
que los tuyos en homenaje al yogur.”

Oscar Taffetani
Balvanera, diciembre de 2009

YOGUR

Anciano como el espíritu de la nieve
y sin embargo, nuevo como el suelo de la luna.
Dormido como el olvido
o despierto como el recuerdo,
estás guardado en el secreto de una esperanza,
en lo sabio y creativo de un don
y en lo bueno y cercano de un amor limpio.



LA MÚSICA DEL JACARANDÁ

Qué es el árbol sino el tiempo que ha crecido,
que es el tiempo sino ese árbol que ha pasado,
y qué es hoja sino todo eso que has borrado,
más todo lo borrado, retoño del olvido.
Qué es jacarandá sino música y vida,
qué es la vida sino aquella flor en llama
azul o lila, según el fuego de la rama
que viene subiendo de la raíz escondida.
Y qué nos queda escribir sobre esta tierra
cuando ya no es tierra en el bosque talado
donde ha trabajado el hacha y la sierra.
Qué poeta no es al fin un árbol derribado
o lo peor, el árbol que alguien destierra
del Paraíso. Adán otra vez castigado.

A Ivonne Bordelois



EL ÁRBOL DE LA VIDA

Ya lo saben las hojas del árbol porque estaba escrito en sus hojas. Cada hoja, lo sepa o no, puede tomar uno de los tantos caminos del viento:
Aleph, Beth, Gimel, Daleth, Hei, Vau, Zayin, Cheth, Teth, Yod, Kaph, Lamed, Mem, Nun, Samech, Ayin, Peh, Fe, Tsaddi, Koph, Resh, Shin, Tav.

Que el nombre de cada camino esté en hebreo no es una rama sino una visión distinta del mismo árbol, como una pluma en el espacio Aleph, que en griego es el camino Alpha. Como un ala en el momento Beth, que en griego es el tiempo Beta. Como un ojo que puede ver la luz Gimel, que en griego es el rayo Gamma;

y así sucesivamente, cada letra o ave o nave tiene su Gamma en:
Delta, Epsilon, Zeta, Eta, Theta, Iota, Kappa, Lambda, Mu, Nu, Xi, Omicron, Pi, Rho, Sigma, Tau, Ypsilon, Ph, Xi, Psi, Omega.

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