de
La casa de las palabras
M.
Scheuba:
Nada
es real para nosotros, humanos, si no logramos nombrarlo. Nada
conocemos verdaderamente del mundo o de nosotros mismos, mientras no
lo escribimos. El mundo no es de palabras, pero sin palabras no
habría mundo, sólo dispersión y caos. Lo sin palabras es Dios, que
las excede a todas, o es lo inhumano y lo informe más acá de ellas,
en la intemperie de la noche exterior donde su privación nos
arrojaría, perdidos para nosotros y para los otros.
Dijo
un filósofo que la palabra es la casa del ser. Al menos para mí,
que aún soy, es mi casa y es la casa donde otros entrarán para leer
la huella de mi vida. La casa donde habitaré también cuando esté
muerta.
María
Rosa Lojo
Miroslav:
Enormes
gracias anticipadas tengo que darte, y ya me estoy relamiendo ante la
idea de recibir tu libro electrónico. Lástima que me quedes tan lejos y no
pueda ir a disfrutar también de tu cocina, con tanto que me gusta
comer, (casi tanto como leer, y para mí hasta el plato más humilde
es un acto de celebración y un gusto). Para la próxima vida espero
que no me quedes tan lejos...
Lilian
Levy
ABC:
APERITIVOS, BRINDIS Y CANAPÉS
Agua.
Trabajo del tiempo y juego del espacio.
.
Boca.
Entrada de los sabores; salida de las palabras.
.
Cocinar.
La otra forma de hacer el amor.
.
Champagne.
Remedio para la inteligencia.
Dios.
Manjar para probar, compartir y digerir a lo corto de nuestra vida y
a lo largo de nuestra muerte.
.
Empanada.
Diseño rápido del Universo.
Fuego.
Revelado misterio primitivo que nos permite calentar el café para
pensar en otros misterios más complicados como la primitiva
eternidad.
Ganso.
Palmípedo estúpido y agresivo revalorizado por Auguste Escoffier,
Konrad Lorenz y Jacques Lacan. (Ver página 29)
Huevo.
Enigma aún no resuelto por ninguna pluma.
Incas.
Pueblo originario socialista y vengativo masacrado por los
aborígenes españoles, quienes siglos después fueron masacrados por
los indígenas de Lehman
Brothers.
Jalea
Real.
Alimento naturista elaborado por extrañas abejas obreras con
anacrónicas pretensiones monárquicas.
.
K.
Letra de peso para asustar en almacenes y farmacias.
.
Legumbres.
Estrellas enanas que la abuela dejaba remojando la noche anterior y
que al otro día cocinaba para que nosotros pudiéramos crecer.
.
Mazapán.
Delicada artesanía preparada con pasta de almendras y azúcar
impalpable para saborear con los ojos.
.
Nada.
Delicado concepto que era utilizado en importantes discusiones
filosóficas. Hoy: vieja,
nada ‘ta todo bien.
Ñ.
Veloz avestruz cultural argentina. Conocida
también como ñandú, aparece los sábados, día que uno la puede
cazar tranquilamente con la mano.
.
Onomástico.
Celebración elástica que antiguamente se pagaba con papel moneda y
no como ahora, con plástico y en cuotas.
.
Postre.
Flamante figura diabólica de la religión gastronómica.
.
Queso.
Milenario producto galo que mejor representa a los franceses en su
esencia.
.
Rúcula.
Estrella televisiva de las ensaladas que esconde un pasado miserable.
Siesta.
Lujo que se da un cuerpo humano cuando puede hacerse invisible un
rato por la tarde.
Tamales.
Plato regional que guarda secretos inconfesables que son advertidos
claramente en su nombre franco y sincero.
Uvas.
Siempre jóvenes y frescas en las viñas del Paraíso, aún recuerdan
y sonríen: ella sólo vino a buscar hojas para cubrirse, él cortó
dos hermosos racimos, se cubrió con uno y se fue comiendo el otro.
Vino.
Milagro divino tomado hasta por los ateos.
Whisky.
Quienes fabrican en Avellaneda o en Asunción esta noble bebida
escocesa, deberían saber que el whisky es el perfume más usado por
ciertos poetas de las provincias del Norte, y también, por muchas
escritoras y escritoras de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
X.
Rayos que siempre llegan tarde para detectar los venenos.
Yerba.
Estimulante permitido por las leyes de la naturaleza.
Zanahoria.
No sólo conejas y conejos se inclinan ante este juguete sino también
quienes en la noche más oscura practican el arte culinario.
COMO EN UN ÁRBOL EN LA NOCHE
Algo
parecido a una primera palabra
sólo
pudo haber salido de la boca del viento.
Luego,
de las manos de la arena avanzó el lagarto
lector
que bajo el sol las guardó hasta que tuvo alas.
Casi
todas las palabras fueron aves y volaron.
En
el primer jardín, ella le dijo a él la primera palabra.
En
otras primaveras, se fueron haciendo aire y agua;
así
también, humo y lluvia se harán las últimas palabras.
Mientras
en el canto, nacen, vive, fallecen y se reencarnan
maravillosas,
duras, altas, frías, bellas, perfumadas,
arco
iris, acero, mariposa, crimen, vino, ruiseñor,
azafrán,
trigo, sal, cúrcuma, girasol, manzana y menta.
En
un mundo y en un tiempo, son el sabor y a veces, el
olvido.
Al
final en ellas el vértigo de una nueva música las
disuelve,
la
que sólo puede venir del más oscuro silencio
como
en un árbol en la noche.
9
CAJAS
Primera
caja: un adoquín
de
alguna Julieta calle de Verona
o
de algún Romeo callejón de Buenos Aires.
¿Qué
hace la piedra en un adoquín?
Hace
milenios.
Segunda
caja: una herradura
de
un Rocinante que estuvo clavada detrás de una puerta
o
en la pata de un alazán que cruzó Los Andes.
¿Qué
hace el metal en una herradura?
Hace
siglos.
Tercera
caja: una carta
de
un suicida dirigida al señor juez
o
de un Abelardo para una Eloisa.
¿Qué
hace la letra en una carta?
Hace
años.
Cuarta
caja: un anillo
perdido
por un errante joyero de Ámsterdam
o
por algún galán de Barracas con novia en La Boca
¿Qué
hace una joya como anillo al dedo?
Hace
meses.
Quinta
caja: unos fósforos
que
buscaron olvido en las manos de Nerón
o
soledad en los recuerdos de Robinson Crusoe.
¿Qué
luz hace aquí un pequeño fuego cotidiano?
Hace
días.
Sexta
caja: una quena
tocada
por un Yupanqui en el exilio
o
escondida por un Atahualpa en una celda.
¿Qué
hace una quena con el aire de una música?
Hace
horas.
.
Séptima
caja: un ojo de vidrio
abandonado
por un pirata inglés en un minuto
o
por un tuerto sincero que ya no canta.
¿Qué
hace aquí una mirada de reojo?
Hace
segundos..
Octava
caja: un pañuelo blanco
de
un soldado muerto en el Paraguay
o
de un obrero enfermo en el Chaco.
¿Qué
hace un pañuelo con su llanto?
Hace
décimas.
.
Novena
caja: una caja más pequeña
que
a su vez contiene otra mucho más pequeña,
que
a su vez contiene otra y otra y otra...
¿Qué
hace el infinito guardado en infinitas cajas?
Trabajos
como éste.
A
Julio Salgado
CALCIO
Y CARBÓN
Leche,
azúcar,
crema,
queso
de cabra,
hielo,
sal.
No,
no es una receta.
Harina,
arroz,
algodón,
talco,
aspirinas,
pasta
dental.
No,
no es una lista de compras.
Nieve,
espuma,
nube,
luna,
perlas,
ángeles.
Son
sólo blancas ideas
para
que pasen delante de tus ojos negros
y
no me olvides en esta noche inmensa
donde
la noche es puro carbón
y
el carbón está lleno de estrellas.
*
Miroslav,
el alquimista, del verso y del buen bocado.
Ni
Marta –Martona Casares, ni su marido Bioy,
ni
su hijo Adolfito, ni Georgie (que tenía los dones)
hubieran
podido componer versos más frescos y sabrosos
que
los tuyos en homenaje al yogur.”
Oscar
Taffetani
Balvanera,
diciembre de 2009
YOGUR
Anciano
como el espíritu de la nieve
y
sin embargo, nuevo como el suelo de la luna.
Dormido
como el olvido
o
despierto como el recuerdo,
estás
guardado en el secreto de una esperanza,
en
lo sabio y creativo de un don
y
en lo bueno y cercano de un amor limpio.
LA
MÚSICA DEL JACARANDÁ
Qué
es el árbol sino el tiempo que ha crecido,
que
es el tiempo sino ese árbol que ha pasado,
y
qué es hoja sino todo eso que has borrado,
más
todo lo borrado, retoño del olvido.
Qué
es jacarandá sino música y vida,
qué
es la vida sino aquella flor en llama
azul
o lila, según el fuego de la rama
que
viene subiendo de la raíz escondida.
Y
qué nos queda escribir sobre esta tierra
cuando
ya no es tierra en el bosque talado
donde
ha trabajado el hacha y la sierra.
Qué
poeta no es al fin un árbol derribado
o
lo peor, el árbol que alguien destierra
del
Paraíso. Adán otra vez castigado.
A
Ivonne Bordelois
EL ÁRBOL DE LA VIDA
Ya
lo saben las hojas del árbol porque estaba escrito en sus hojas.
Cada hoja, lo sepa o no, puede tomar uno de los tantos caminos del
viento:
Aleph,
Beth, Gimel, Daleth, Hei, Vau, Zayin, Cheth, Teth, Yod, Kaph, Lamed,
Mem, Nun, Samech, Ayin, Peh, Fe, Tsaddi, Koph, Resh, Shin, Tav.
Que
el nombre de cada camino esté en hebreo no es una rama sino una
visión distinta del mismo árbol, como una pluma en el espacio
Aleph, que en griego es el camino Alpha. Como un ala en el momento
Beth, que en griego es el tiempo Beta. Como un ojo que puede ver la
luz Gimel, que en griego es el rayo Gamma;
y
así sucesivamente, cada letra o ave o nave tiene su Gamma en:
Delta,
Epsilon, Zeta, Eta, Theta, Iota, Kappa, Lambda, Mu, Nu, Xi,
Omicron, Pi, Rho, Sigma, Tau, Ypsilon, Ph, Xi,
Psi, Omega.





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